Europa y Estados Unidos negocian a espaldas de sus
ciudadanos uno de los pactos que más influirán en la vida de los
europeos en las próximas décadas. Se trata del Tratado Transatlántico de
Libre Comercio e Inversiones, conocido por sus siglas en inglés TTIP, y
que busca igualar la regulación en ambas zonas económicas para
potenciar el comercio y la inversión.
eldiario.es ha tenido acceso, en exclusiva junto a La Marea y Diagonal,
a uno de los documentos secretos que sirven de base a la negociación
ya que supone la oferta de servicios que Europa está dispuesta a
negociar con Washington. El documento ha llegado a través de Filtrala.org, la herramienta de filtraciones anónimas en la que colaboran estos medios.
El acuerdo está en el punto de mira de organizaciones sociales y
partidos de izquierda ya que sus efectos pueden suponer en la práctica
una mayor liberalización de decenas de sectores en la UE, que tiene una
normativa en general más exigente que en EEUU, y abre la puerta a un
mayor poder de las empresas privadas.
El borrador
secreto ha llegado fragmentado en tres archivos y se extiende en al
menos un centenar de páginas. La carátula del encabezado deja claro que
es un documento secreto ya que las negociaciones se han clasificado como
confidenciales en Europa y Estados Unidos, algo muy criticado por
personas como Joseph Stiglitz, Noam Chomsky o Sami Naïr. Hasta el
momento, solo se conocen otros cuatro documentos
de los decenas de informes que cruzan el océano. Aunque formalmente
esta ronda de negociaciones comenzó en 2013, lleva décadas gestándose
con sucesivos acuerdos y grupos de trabajo que se han formado en la UE y
EEUU. Este documento tiene hoy (13 de junio) como fecha límite para que
los estados miembros hagan sus aportaciones.
Esta es una oferta inicial, una suerte de catálogo, de lo que la Unión
Europea está dispuesta a negociar con Estados Unidos para flexibilizar
los negocios en el sector servicios. Cada una de las áreas que negocia
el TTIP se discute en una comisión ad hoc, como en el caso de la energía, otro de los documentos filtrados con anterioridad en el que se hablaba de temas como el fracking.
El que ha llegado a Filtrala.org es el borrador con el que trabaja la
Comisión de Servicios e Inversión, lo que supone que se hace un
recorrido por todos los servicios, incluidos los públicos, que se
ofrecen a los ciudadanos. Esto implica que también se abra en el abanico
de las ofertas cuestiones como los servicios sanitarios, servicios
sociales, educación y cuestiones claves como los servicios de la
energía. Es una lista en positivo de puntos que negociar. Es decir, se
incluye todo lo que es susceptible de discusión.
En
el membrete aparecen los sellos del Consejo de la Unión Europea y de la
Comisión, ya que la representación permanente de cada país en el Consejo
es la que está negociando el acuerdo (no es posible que el Gobierno de
cada país acuda continuamente a Bruselas para estas discusiones).
El documento marca el amplio perímetro de las negociaciones en
servicios de la UE. Tras un listado de cautelas iniciales en el que la
Comisión se reserva la posibilidad de negociar aspectos en una amplia
panoplia de servicios que se consideran de seguridad nacional, luego
muestra al socio norteamericano en qué áreas sería posible entablar una
negociación. Los estados miembros deben fijar estas reservas por
adelantado, ya que una vez firmado el acuerdo no se pueden introducir
nuevas excepciones. Es una forma de no comprometerse a modificar un
determinado aspecto en la legislación en los acuerdos multilaterales.
Las excepciones giran en torno a la extracción de petróleo, minería,
producción nuclear y otros elementos sensibles como la pesca y la
agricultura de las que la UE se desentiende de compromisos a priori. Su
inclusión en la lista no es una negativa a discutir sino una reserva a
no hacerlo en caso de que no interese a los estados.
El documento señala una a una las barreras de acceso al
mercado que los estados miembros, o la UE en su conjunto, tienen
actualmente en un sinfín de sectores, con el fin de negociar su total
apertura. En una última columna (bajo el encabezado 'Limitations o
National Agreement') se subraya también qué países favorecen la entrada a
sus propios ciudadanos o empresas, una de las restricciones al mercado
más importantes y que la UE lucha por limar.
El documento es un destape
en toda regla en el que los eurócratas exhiben todas las flaquezas de
los países miembros para que los estadounidenses sepan a qué
restricciones se van a enfrentar y negocien su eliminación. En la nota
inicial, la UE deja claro que esta propuesta inicial se hace a la espera
de que "Estados Unidos ofrezca un nivel de transparencia significativo a
nivel sub-federal". Es decir, al otro lado del Atlántico se debería
estar construyendo un borrador similar a este pero con las restricciones
que plantean los Estados federados.
Línea roja en la banca
Es especialmente llamativo que solo un área queda fuera del texto: las
finanzas. Aunque inicialmente los servicios financieros se iban a
incluir en el Tratado, como todos los demás aspectos de la economía,
EEUU ha puesto trabas en la negociación. Washington entiende que la
actual regulación financiera es más exigente que la europea, gracias
sobre todo a una de las últimas leyes aprobadas tras el estallido de la
burbuja, la Dodd-Frank. Por este motivo, los estadounidenses han pedido
excluir a las finanzas del marco de cooperación regulatoria, que les
hubiera llevado a negociar su actual nivel de regulación financiera y
hacerlo más laxo.
Este aspecto es muy importante, ya
que tal y como recuerda Tom Kucharz, portavoz de Ecologistas en Acción,
hace que los argumentos que esgrimen los negociadores para defender el
Tratado "se caigan por su propio peso". Si Estados Unidos no quiere
negociar en el ámbito financiero porque supondría una rebaja de sus
exigencias, está claro que el proceso de negociación se hace a la baja.
En este caso, es la legislación comunitaria la que más tiene que perder
ya que salvando el área de las finanzas, la UE es mucho más exigente en
cuanto a normativa. Por ejemplo, el principal interés de EEUU es
negociar la cooperación regulatoria en el campo de la energía, donde los estadounidenses son mucho más abiertos que los europeos.
El documento dice que "debido a la firme oposición de Estados Unidos a
incluir cooperación regulatoria en el campo del acuerdo, se considera
apropiado no incluir ningún compromiso en la oferta de servicios
financieros por parte de la UE en este punto". La Comisión deja la
puerta abierta a que si "en el futuro" los estadounidenses cambian de
opinión y se comprometen a abrir el melón de las finanzas, Europa
también mostrará sus cartas.
Los servicios bancarios son por lo tanto la única línea
roja marcada en el documento, y no por voluntad europea. Del resto, la
UE muestra su deseo a hablar de todo, incluida la prestación de
servicios médicos (lo que abriría aún más el negocio de la salud a las
grandes corporaciones estadounidenses de sanidad), el transporte o la
liberalización de los colegios profesionales. Desde los sindicatos
europeos de servicio público se subraya que esta apertura a negociar
este tipo de prestaciones atentará contra la calidad de los servicios y
el empleo. Para Kucharz, es una "alerta a todas las mareas españolas. Es
una megaamenaza a la calidad de los servicios públicos".
Cabe resaltar que al hacer el recorrido de trabas actuales en los
países de la Unión, España es uno de los países que menos aparece, en
gran medida porque es uno de los países más liberalizados del
Continente. Las escasas menciones que se encuentran de España son
respecto a las restricciones de los colegios profesionales y, cómo no, a
la posibilidad de poner una farmacia o al trabajo de los auditores
contables.
Los defensores del acuerdo hablan de cifras por valor de miles de millones
de impacto económico y de creación de empleo. Los detractores, de
destrucción de miles de puestos de trabajo en Europa y de pérdida de
derechos laborales.Fuente: www.eldiario.es
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