10 de abril de 2014

La pobreza y la exclusión alcanzan niveles desconocidos desde hace varias generaciones

Aunque el gobierno cuestione los datos, todos los estudios españoles y europeos coinciden: el aumento en la pobreza, la exclusión y la desigualdad en España está alcanzando niveles que no se conocían desde hace décadas, incluso varias generaciones. Tras haber desaprovechado los años de crecimiento económico para reducir la pobreza y la desigualdad, la llegada de la crisis, el aumento del paro y la precariedad, la pérdida de renta de las familias, y las políticas de recorte en gasto público, generan situaciones de exclusión social cada vez más dramáticas. A analizar esta realidad se dedica el libro Qué hacemos contra la pobreza, obra colectiva que estos días llega a las librerías. Además, supone una propuesta de medidas concretas para dar la vuelta a la situación: medidas urgentes para rescatar a la población más afectada, y medidas de fondo para transformar la sociedad.
Adelantamos para su lectura unas páginas del libro, en las que se recogen los indicadores más recientes de pobreza y exclusión, y la manera en que está afectando a las familias.

¿Qué está sucediendo en los principales ámbitos relacionados con la pobreza y la exclusión?

En el proceso histórico anteriormente descrito, la crisis económica -financiera- cuyo punto de partida suele establecerse en 2008 supone un momento especialmente relevante por el fuerte impacto que tuvo y sigue teniendo en la ciudadanía. Se trata de un impacto que se desarrolla en diversos ámbitos de la vida social y económica, colocando a un amplio conjunto de individuos y familias en situaciones de privación, carestía y necesidad material desconocidas en España durante décadas e incluso generaciones. A continuación se ofrecen datos de especial significación para evidenciar el actual panorama socioeconómico en nuestro país y mostrar de forma clara las consecuencias de la crisis y de las respuestas políticas en la vida de las personas.
Desde 2007 se ha producido el mayor crecimiento registrado de la tasa de pobreza en España, que ha pasado del 19.7% al 22,2% en 2012 (último dato disponible). Si bien puede parecer un incremento menor, lo cierto es que supone un aumento en más de 1.200.000 personas en tan solo cuatro años. La magnitud del incremento de la pobreza en España en el periodo mencionado solo es superada por excepciones como Bulgaria y Suecia en el marco de la Unión Europea. En la actualidad, un 27,2% de menores de 18 años se encuentra en situación de riesgo de pobreza y exclusión, según los datos facilitados por Eurostat. No en vano el número de hogares que carece de ingresos de cualquier tipo se ha duplicado durante la crisis, superando en 2012 la cifra de 600.000 hogares. Una medición más intensa de la pobreza económica es la que sitúa el umbral por debajo del 30% de la renta mediana equivalente, la denominada pobreza severa en España también se ha visto incrementada de una manera preocupante en los últimos años, pasando de afectar a un 4,2% de los hogares españoles en 2007 a 7,2% en 2011. Por lo que este aumento de 3 puntos porcentuales multiplica por 1,7 los hogares en pobreza extrema en España, comprobando que es éste uno los efectos más intensos de la crisis, que requiere, por tanto, las respuestas más urgentes.
El aumento de estos niveles de pobreza se debe, fundamentalmente, a la pérdida y reducción de ingresos derivados del empleo. Esta realidad, especialmente intensa en los hogares en los que el desempleo se acumula (por ejemplo, hogares con todos los activos en paro, sobre los que profundizaremos más adelante) ha detonado y acelerado algunos procesos de exclusión y pobreza. El desempleo, sobre todo si es continuado en el tiempo puede llevar a generar privaciones en el acceso a bienes básicos, endeudamientos, problemas relacionados con la salud física y mental, la autoestima o la convivencia familiar. En la siguiente tabla, se muestra la estrecha relación existente entre desempleo y los problemas relativos a otras dimensiones. La incidencia de problemas de privación, salud o educación era mucho mayor (ya en 2009) en los hogares con todos los activos desempleados.

Tabla 2. Porcentaje de total de hogares, y hogares con todos los activos en paro, que han desarrollado procesos de exclusión en los siguientes ámbitos

Total de la muestra
Hogares con todos los activos en paro
Exclusión necesidades básicas (consumo)
9,20%
17,80%
Exclusión en educación
10,30%
18,30%
Exclusión Vivienda
20,80%
37,50%
Exclusión Salud
10,50%
24,70%
Fuente: elaboración propia a partir de la Encuesta Foessa 2009
La construcción de estos ámbitos de exclusión se hace a partir de los 34 indicadores de exclusión de la Encuesta Foessa: exclusión del consumo (hogares clasificados como pobreza extrema y con privaciones), exclusión de la educación (menores no escolarizados, ningún miembro de 16 a 64 años tiene estudios, personas analfabetas de 65 o más años), exclusión de la vivienda (vivienda en precario e infravivienda, con humedades, hacinamiento y dificultades para afrontar los gastos) y exclusión de la salud (sin cobertura sanitaria, hogares que han pasado hambre en los últimos 10 años, todos los adultos con problemas graves de salud, con dependientes y sin apoyo y sin capacidad económica para comprar medicinas y tratamientos).

Pobreza y exclusión en relación a poder cubrir las necesidades más básicas

La reducción de las rentas percibidas por los hogares ha provocado que sus necesidades se satisfagan cada vez peor. Sobre todo, el factor determinante está siendo la persistencia de la crisis, motivo por el cual los hogares han ido agotando paulatinamente sus ahorros, prestaciones y apoyos.
En concreto, se puede observar en los datos de la Encuesta de Condiciones de Vida de 2013 cómo crece el porcentaje de hogares que no pueden afrontar gastos imprevistos situándose alrededor del  40%, cuando había caído bajo el 30% justo antes de la crisis. Un 21,8% de los hogares tienen dificultad o mucha dificultad para llegar a final de mes. Otro dato que ilustra el deterioro paulatino de la capacidad de los hogares para satisfacer sus necesidades básicas es el número de hogares sin ningún tipo de ingresos tanto desde el empleo como de alguna pensión o subsidio de desempleo. A inicios de 2013 duplicaba el valor menor alcanzado a finales de 2005 y la EPA muestra trimestre tras trimestre cómo el dato crece, reflejando algo que se ve en el análisis del empleo: el efecto del desempleo de larga duración que provoca que se agoten las prestaciones.
Los indicadores de carencia material superan el 15% tanto para personas como hogares cuando antes de la crisis llegó a bajar al 10%.
La dificultad de garantizar la satisfacción de las necesidades más básicas es en muchos hogares uno de los grandes dramas derivados de la crisis. Este hecho es manifestado, en recientes estudios, con malestar, dolor y frustración, especialmente, en aquellos hogares con menores. Los costes de estas privaciones se están ya materializando en un retraso del crecimiento, disminución del rendimiento escolar, empeoramiento de la salud, aumento conflictividad familiar, de estrés, etcétera.
Todos estos datos apuntan a un deterioro claro de las condiciones materiales y sociales de existencia en la ciudadanía. Esta circunstancia queda bien reflejada, igualmente, en los datos relativos a la renta per cápita en España. Y ello en dos sentidos. En primer lugar, los ingresos por habitante en nuestro país han retrocedido a su equivalente en el inicio de siglo. Dicho de otra manera, los ingresos de los ciudadanos y ciudadanas españoles en 2012 tienen el mismo valor que los ingresos de los ciudadanos y ciudadanas españoles en 2001. Salvo excepciones, la caída de la renta no soporta comparación en el marco de la Unión Europea. En segundo lugar, y quizás más importante, esta caída de la renta no se distribuye aleatoriamente entre la población. De hecho, son los niveles de ingresos familiares medios y bajos los que están sufriendo en mayor medida los efectos de la reducción de la renta. En resumen, nos encontramos con un reseñable aumento de las desigualdades, como ya hemos señalado anteriormente, independientemente del indicador que utilicemos para medirlo. Según el índice de Gini, España forma parte del grupo de países con mayor desigualdad en los ingresos dentro de la Unión Europea, el valor 0,35 en 2012 tan sólo es superado por Bulgaria, Grecia, Letonia, Lituania.  Además el incremento de este valor desde 2007 (0,31) describe un intenso aumento de las desigualdades en dicho contexto. 

Fuente: elaboración propia a partir de datos de Eurostat

Qué hacemos contra la pobreza es un libro colectivo escrito por Guillermo Fernández, Lucía Martínez, Jesús Pérez, Begoña Pérez y Esteban Sánchez. Más información en la web de la colección.

Fuente:   www.eldiario.es

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