Aunque el gobierno cuestione los datos, todos los
estudios españoles y europeos coinciden: el aumento en la pobreza, la
exclusión y la desigualdad en España está alcanzando niveles que no se
conocían desde hace décadas, incluso varias generaciones. Tras haber
desaprovechado los años de crecimiento económico para reducir la pobreza
y la desigualdad, la llegada de la crisis, el aumento del paro y la
precariedad, la pérdida de renta de las familias, y las políticas de
recorte en gasto público, generan situaciones de exclusión social cada
vez más dramáticas. A analizar esta realidad se dedica el libro Qué hacemos contra la pobreza,
obra colectiva que estos días llega a las librerías. Además, supone una
propuesta de medidas concretas para dar la vuelta a la situación:
medidas urgentes para rescatar a la población más afectada, y medidas de
fondo para transformar la sociedad.
Adelantamos para
su lectura unas páginas del libro, en las que se recogen los
indicadores más recientes de pobreza y exclusión, y la manera en que
está afectando a las familias.
¿Qué está sucediendo en los principales ámbitos relacionados con la pobreza y la exclusión?
En el proceso histórico anteriormente descrito, la crisis económica
-financiera- cuyo punto de partida suele establecerse en 2008 supone un
momento especialmente relevante por el fuerte impacto que tuvo y sigue
teniendo en la ciudadanía. Se trata de un impacto que se desarrolla en
diversos ámbitos de la vida social y económica, colocando a un amplio
conjunto de individuos y familias en situaciones de privación, carestía y necesidad material desconocidas en España durante décadas e incluso generaciones.
A continuación se ofrecen datos de especial significación para
evidenciar el actual panorama socioeconómico en nuestro país y mostrar
de forma clara las consecuencias de la crisis y de las respuestas
políticas en la vida de las personas.
Desde 2007 se
ha producido el mayor crecimiento registrado de la tasa de pobreza en
España, que ha pasado del 19.7% al 22,2% en 2012 (último dato
disponible). Si bien puede parecer un incremento menor, lo cierto es que
supone un aumento en más de 1.200.000 personas en tan solo cuatro años.
La magnitud del incremento de la pobreza en España en el periodo
mencionado solo es superada por excepciones como Bulgaria y Suecia en el
marco de la Unión Europea. En la actualidad, un 27,2% de menores de 18
años se encuentra en situación de riesgo de pobreza y exclusión, según
los datos facilitados por Eurostat. No en vano el número de hogares que
carece de ingresos de cualquier tipo se ha duplicado durante la crisis,
superando en 2012 la cifra de 600.000 hogares. Una medición más intensa
de la pobreza económica es la que sitúa el umbral por debajo del 30% de
la renta mediana equivalente, la denominada pobreza severa en España
también se ha visto incrementada de una manera preocupante en los
últimos años, pasando de afectar a un 4,2% de los hogares españoles en
2007 a 7,2% en 2011. Por lo que este aumento de 3 puntos porcentuales multiplica por 1,7 los hogares en pobreza extrema en España, comprobando que es éste uno los efectos más intensos de la crisis, que requiere, por tanto, las respuestas más urgentes.
El aumento de estos niveles de pobreza se debe, fundamentalmente, a la
pérdida y reducción de ingresos derivados del empleo. Esta realidad,
especialmente intensa en los hogares en los que el desempleo se acumula
(por ejemplo, hogares con todos los activos en paro, sobre los que
profundizaremos más adelante) ha detonado y acelerado algunos procesos
de exclusión y pobreza. El desempleo, sobre todo si es continuado en el
tiempo puede llevar a generar privaciones en el acceso a bienes básicos,
endeudamientos, problemas relacionados con la salud física y mental, la
autoestima o la convivencia familiar. En la siguiente tabla, se muestra
la estrecha relación existente entre desempleo y los problemas
relativos a otras dimensiones. La incidencia de problemas de privación,
salud o educación era mucho mayor (ya en 2009) en los hogares con todos
los activos desempleados.
Tabla 2. Porcentaje de total de hogares, y hogares con todos los
activos en paro, que han desarrollado procesos de exclusión en los
siguientes ámbitos
| ||
Total de la muestra
|
Hogares con todos los activos en paro
| |
Exclusión necesidades básicas (consumo)
|
9,20%
|
17,80%
|
Exclusión en educación
|
10,30%
|
18,30%
|
Exclusión Vivienda
|
20,80%
|
37,50%
|
Exclusión Salud
|
10,50%
|
24,70%
|
Fuente: elaboración propia a partir de la Encuesta Foessa 2009
La construcción de estos ámbitos de exclusión se hace a partir de los
34 indicadores de exclusión de la Encuesta Foessa: exclusión del consumo
(hogares clasificados como pobreza extrema y con privaciones),
exclusión de la educación (menores no escolarizados, ningún miembro de
16 a 64 años tiene estudios, personas analfabetas de 65 o más años),
exclusión de la vivienda (vivienda en precario e infravivienda, con
humedades, hacinamiento y dificultades para afrontar los gastos) y
exclusión de la salud (sin cobertura sanitaria, hogares que han pasado
hambre en los últimos 10 años, todos los adultos con problemas graves de
salud, con dependientes y sin apoyo y sin capacidad económica para
comprar medicinas y tratamientos).
Pobreza y exclusión en relación a poder cubrir las necesidades más básicas
La reducción de las rentas percibidas por los hogares ha provocado que
sus necesidades se satisfagan cada vez peor. Sobre todo, el factor
determinante está siendo la persistencia de la crisis, motivo por el
cual los hogares han ido agotando paulatinamente sus ahorros, prestaciones y apoyos.
En concreto, se puede observar en los datos de la Encuesta de
Condiciones de Vida de 2013 cómo crece el porcentaje de hogares que no
pueden afrontar gastos imprevistos situándose alrededor del 40%, cuando
había caído bajo el 30% justo antes de la crisis. Un 21,8% de los
hogares tienen dificultad o mucha dificultad para llegar a final de mes.
Otro dato que ilustra el deterioro paulatino de la capacidad de los
hogares para satisfacer sus necesidades básicas es el número de hogares sin ningún tipo de ingresos
tanto desde el empleo como de alguna pensión o subsidio de desempleo. A
inicios de 2013 duplicaba el valor menor alcanzado a finales de 2005 y
la EPA muestra trimestre tras trimestre cómo el dato crece, reflejando
algo que se ve en el análisis del empleo: el efecto del desempleo de larga duración que provoca que se agoten las prestaciones.
Los indicadores de carencia material superan el 15% tanto para personas
como hogares cuando antes de la crisis llegó a bajar al 10%.
La dificultad de garantizar la satisfacción de las necesidades más
básicas es en muchos hogares uno de los grandes dramas derivados de la
crisis. Este hecho es manifestado, en recientes estudios, con malestar,
dolor y frustración, especialmente, en aquellos hogares con menores. Los
costes de estas privaciones se están ya materializando en un
retraso del crecimiento, disminución del rendimiento escolar,
empeoramiento de la salud, aumento conflictividad familiar, de estrés, etcétera.
Todos estos datos apuntan a un deterioro claro de las condiciones
materiales y sociales de existencia en la ciudadanía. Esta circunstancia
queda bien reflejada, igualmente, en los datos relativos a la renta per
cápita en España. Y ello en dos sentidos. En primer lugar, los ingresos por habitante en nuestro país han retrocedido a su equivalente en el inicio de siglo.
Dicho de otra manera, los ingresos de los ciudadanos y ciudadanas
españoles en 2012 tienen el mismo valor que los ingresos de los
ciudadanos y ciudadanas españoles en 2001. Salvo excepciones, la caída
de la renta no soporta comparación en el marco de la Unión Europea. En
segundo lugar, y quizás más importante, esta caída de la renta no se
distribuye aleatoriamente entre la población. De hecho,
son los niveles de ingresos familiares medios y bajos los que están
sufriendo en mayor medida los efectos de la reducción de la renta.
En resumen, nos encontramos con un reseñable aumento de las
desigualdades, como ya hemos señalado anteriormente, independientemente
del indicador que utilicemos para medirlo. Según el índice de Gini, España forma parte del grupo de países con mayor desigualdad en los ingresos dentro
de la Unión Europea, el valor 0,35 en 2012 tan sólo es superado por
Bulgaria, Grecia, Letonia, Lituania. Además el incremento de este valor
desde 2007 (0,31) describe un intenso aumento de las desigualdades en
dicho contexto.
Fuente: elaboración propia a partir de datos de Eurostat
Qué hacemos contra la pobreza
es un libro colectivo escrito por Guillermo Fernández, Lucía Martínez,
Jesús Pérez, Begoña Pérez y Esteban Sánchez. Más información en la web de la colección.
Fuente: www.eldiario.es
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