15 de enero de 2014

Alberto Garzón cuestiona el optimismo económico de De Guindos y le avisa de que IU no aceptará que aplique la "estrategia de retirar la escalera" para que sólo suban los bancos y las grandes fortunas

El diputado y portavoz económico de IU reprocha al ministro de Economía en el Congreso haber “fallado” en su obligación de recuperar el máximo de dinero público destinado a salvar bancos y critica que Novagalicia, que  se rescató por más de 9.000 millones de euros, “se haya malvendido por poco más de 1.000 millones”

Intervención íntegra de Alberto Garzón en la Comisión de Economía

En primer lugar, de su intervención saco un optimismo poco disimulado que sinceramente me deja patidifuso, porque ¿podríamos considerar esas expectativas del débil y frágil crecimiento del producto interior bruto de un 0,3% acaso como unas buenas noticias, si eso no repercute en la mejora de las condiciones de vida materiales de la ciudadanía? Yo estoy hablando de salarios, de paro, de pensiones, de acceso a la vivienda y de acceso a los suministros, cuestiones todas que usted de hecho no ha incluido en sus indicadores, que manifestarían una mejora de la situación y que, sin embargo, lo que manifiestan es la realidad que hay en nuestra sociedad.

Si el crecimiento económico camina de forma casi totalmente antagónica a esa realidad social, yo no creo que estemos capacitados para hablar de buenas noticias porque al fin y al cabo el objetivo de una sociedad política, a mi juicio, es obtener la felicidad de sus ciudadanos y para eso el crecimiento económico es un medio, no un fin. Por tanto, no nos vale de nada hacer argumentos que tienen como fin alegrarse de la subida meramente cuantitativa de un indicador, que además tiene su problemática también contable.

En este Congreso, en estas Cámaras, nos interesan siempre otras cuestiones que tienen que ver con lo que la ciudadanía nota en primera línea y no cuestiones propias de la macroeconomía. Además en el año 2011, si no recuerdo mal, el crecimiento anual -no de un trimestre- fue del 0,1%. Entonces fueron tiempos en los que se hablaba de los ‘brotes verdes’, de un crecimiento económico que manifestaría un crecimiento económico futuro aún mayor. En fin, eran tiempos de optimismo pero convendrá conmigo -me imagino que estará de acuerdo con esta interpretación- en que si no había fundamentos sólidos detrás era, simplemente, una ilusión. Pero en lo que usted estaba de acuerdo para 2011, creo que debería estar también presente para 2013, me refiero a los fundamentos. Lo que nos interesan son los fundamentos, para saber si este indicador del 0,3% manifiesta realmente algo de lo que podamos estar contentos o no.

Ustedes nunca nos han planteado cuál está siendo su estrategia económica, cuáles son los fundamentos. Más allá de su fe depositada en el crecimiento económico dirigido por las exportaciones, ustedes nunca nos han dicho cómo van a compensar el desplome brutal de la demanda interna durante tantos años. Han depositado, insisto, la fe en el crecimiento de las exportaciones que, por cierto, dejan de crecer a la velocidad a la que crecían, por ejemplo, el año pasado y que en términos de exportaciones netas tienen mucho que ver con la caída brutal de las importaciones. Pero, sobre todo, no nos han dicho qué sociedad nos va a quedar en esa estrategia que ustedes están pensando para España, es decir, qué sugiere el Gobierno que ocurrirá si su estrategia es exitosa.

Si las exportaciones netas consiguen suplir lo que fue el motor de la economía española, la demanda interna entonces -es una hipótesis que yo no comparto pero que en cualquier caso podría ser la del Gobierno-, ¿qué queda en la sociedad española? ¿Qué queda de salarios? ¿Qué queda de márgenes de beneficio? No nos han hablado de eso. No nos han hablado, tras estos sacrificios que se están imponiendo a la sociedad en forma de rebajas salariales por mediación de la reforma laboral, en forma de rescates y reformas estructurales que repercuten en el Estado del bienestar en todas sus ramas -Educación, Sanidad, Seguridad Social, prestaciones sociales, en definitiva, en todo lo que fue construyéndose desde esta democracia-, de qué ocurrirá después.

¿Se recuperarán o no esos salarios que están bajando y que, según usted, permiten ganancia de competitividad, que son el motor del empuje del crecimiento económico futuro? ¿Qué va a pasar con ellos después? ¿Qué es lo que va a quedar? ¿Qué es lo que en el imaginario colectivo de este Gobierno está planteándose para la España de 2018 o 2019 -vaya usted a saber-, lo que el Gobierno contemple, que, insisto, parte de aceptar una hipótesis que en nuestro caso no es cierta?

Cuando usted ha dicho en su intervención que estamos en un perfil ascendente de la recuperación, que refleja una subida, podría ocurrir que el Gobierno esté con una estrategia de ‘retirar la escalera’, es decir, que haya hecho muchos esfuerzos -entendidos como estas reformas estructurales impuestas sobre la mayor parte de la población- que suponen la constitución de una escalera por la cual primero empiezan a subir los grandes bancos, las grandes empresas, las grandes fortunas, que efectivamente alcanzan al final su propia recuperación, y de ahí se pueden derivar las palabras de felicidad y alegría de grandes banqueros como Botín y de grandes empresas que empiezan a visualizar en sus beneficios contables buenas noticias.

Sin embargo, también podría ocurrir que, una vez han subido estos sujetos económicos y políticos por la escalera, le dan una patada a la misma y, cuando el común de los mortales pensaba que le tocaba a él subir, se va a encontrar con que ya no va a subir, con que sus salarios se van a quedar igual de miserables para el resto del tiempo para él y su familia, y que esos sacrificios no fueron temporales sino impuestos por el Gobierno a la mayoría de la población para que finalmente se quede de esa forma.

Tengo la sospecha de que los tiros van por ahí desgraciadamente, porque no puedo creerme la estrategia de un Gobierno que, insisto, siempre se deduce de las intervenciones que hacen sus miembros, porque no está explícito qué modelo de sociedad nos quiere dejar el Partido Popular después de aplicar estas reformas en términos de salario, de jubilación, de lo que le acabo de comentar.

Otro tema importante -compartimos desde nuestro grupo la indignación del diputado Cortizo- es el de Novagalicia. En junio de 2013, usted, señor Guindos, dijo que no se podía malvender Novagalicia. De hecho, dijo literalmente, según extracto de la prensa, en una conferencia en Santander, donde nos encontramos varios diputados aquí presentes: ‘la obligación de los gestores es intentar recuperar lo máximo inyectado por el Estado a través del FROB, incluso por encima de lo que se ha puesto’. Si la obligación de los gestores era esa y usted decía la verdad, ustedes han fallado en esa tarea, porque no es buena gestión que algo que se rescató por más de 9.000 millones de euros se malvenda -porque finalmente fue malvenderlo- por poco más de 1.000 millones de euros y en unas condiciones dudosas.

Me sorprende la celeridad, porque si usted entonces, en junio, decía que no había que malvenderlo y que, por tanto, no había que tener prisa en proceder a una venta de la entidad, ¿cómo es posible que apenas transcurridos cinco meses, que en el escenario actual es absolutamente nada, hubiera tanta urgencia para proceder a esa transacción? Usted se ha impugnado a usted mismo, a estas declaraciones que usted hacía.

Sobre la investigación y el desarrollo es cierto que el último año se han atajado situaciones de emergencia en determinados centros de investigación. Sin embargo, la situación estructural sigue siendo absolutamente problemática y se puede compartir, y usted mismo lo ha comparado con los datos de investigación y desarrollo de otros países y de otras economías, pero incluso en centros concretos, como puede ser por ejemplo el CNIO, un centro prioritario de investigación contra el cáncer ahora mismo se va a reducir su plantilla a la mitad, y no parece que sea una forma de mejorar la investigación. El CNIO, como usted sabe, tenía una amenaza de ERE. Finalmente, las negociaciones han llevado a un programa según el cual en cualquier caso se reduce la plantilla a la mitad. Es un centro muy particular que, además, ha sido objeto de polémica en todas las intervenciones de la secretaria de Estado de Innovación y Desarrollo.

Pero, además, si vamos al tema de las becas, y en esto seré muy breve porque hemos tenido oportunidad en otros momentos de debatir sobre ello, que se supone que son una inversión a medio y a largo plazo, nos encontramos con que la apuesta de este Gobierno sería bastante dramática en esa visión estratégica. Por ejemplo, las becas de formación del profesorado universitario, las conocidas como becas FPU, este año se mantienen en una cifra de 800 becas, lo que es un número muy reducido para todo el conjunto del Estado. Por poner un ejemplo, en la rama a la que la mayoría de los diputados de esta Comisión pertenecemos, la rama de economía, sólo hay 18 becas FPU. Esto quiere decir que sólo se van a formar este año 18 personas con las becas de formación de profesorado universitario. No parece que estemos indicando señales de futuro para la formación del profesorado universitario que sean compatibles con esa imagen de medio y largo plazo.

Por otra parte, usted ha hablado de los desahucios, de cómo el Gobierno habría evitado un número de desahucios muy importante. Sin embargo, la política del Gobierno en torno a los desahucios nunca ha sido a través de la regulación, siempre ha sido más bien, si se me permite la expresión, una forma de pedir por favor a los bancos que se comportasen bien, de pedirlo casi en un estatus de horizontalidad, en vez desde una regulación más activa. De hecho, este Gobierno ha recurrido la Ley Antidesahucio de la Junta de Andalucía, que primero fue un decreto y después fue una ley del Parlamento de Andalucía; la ha recurrido prácticamente sin publicidad y eso dejará sin efecto una ley que paralizaba absolutamente todos los desahucios en Andalucía.

Por otra parte, para terminar, tenemos una encuesta reciente que indica, señor De Guindos, enlazando con lo que le decía al principio en torno a la macro o la realidad social que hay debajo, y que es la que nos debería interesar más allá de un optimismo excesivo y poco conectado con la realidad, que dice que la mitad de los jóvenes aceptarían cualquier empleo y en cualquier lugar y con cualquier salario incluso, decía la encuesta. Claro, la coerción del hambre siempre gana, y llegan las circunstancias en las que se le da la razón a los clásicos, a Marx, a Ricardo, en torno a aquello del salario de subsistencia, que el salario en una economía de libre mercado acabaría tendiendo a un salario de subsistencia. La gente, con el paso del tiempo, acaba aceptando cualquier cuestión.

Pero es que ni siquiera es así, señor ministro, porque resulta que esa misma encuesta manifiesta que el 80% de los jóvenes asume que va a tener que ser ayudado por sus familias en los próximos años. Por lo tanto, el salario que aspiran a ganar ni siquiera les da para sobrevivir, necesitan el apoyo de sus familias o el apoyo de los resortes del Estado. Esta es una situación social que es la mayoría, el 80%, en esta encuesta, pero que nada más hace falta irse a la calle, pisar la calle, gastar las zapatillas, para comprobar que estamos ante un hervidero social que si no ha estallado todavía es porque se está viviendo de las rentas y de los resortes de las redes familiares, de las ayudas de los pensionistas, de los abuelos que cobran pensión, de los padres que todavía tienen suerte de tener trabajo, de las prestaciones casi asistenciales del Estado y de esos resortes del Estado del bienestar que están evitando los hervideros sociales y que, sin embargo, en cualquier momento puede estallar. Eso es perfectamente compatible con un crecimiento económico del 0,3%.

Lo que yo quiero preguntarle es si usted considera que es viable ese optimismo económico que manifiesta en su intervención. Habla usted de una recuperación sin poner fecha, una recuperación que no establece ni cómo, ni para quién con concreción, puede ser compatible con esta situación de emergencia social que se produce en la base de la sociedad, por debajo de la punta del iceberg, que es lo que estamos viendo aquí, la punta del iceberg, y que finalmente, por qué no pensarlo así, conflictos como los que están ocurriendo en Burgos no tienen que ver sólo con una cuestión propia de unas obras concretas sino que también pueden tener detrás la acumulación de la tensión y de la frustración social que esta sociedad está acumulando y a la que el Gobierno, desgraciadamente, no está dando respuesta.

Un ejemplo de ello es que aquí hemos hablado, en la Comisión de Economía del Congreso, hemos hablado más de indicadores macroeconómicos que de estas cuestiones más concretas que atañen a la gente y que, sin embargo, siguen siendo verdaderamente nefastas para desgracia de esta comunidad política que conformamos todos los españoles.

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