El diputado y portavoz económico de IU reprocha al ministro
de Economía en el Congreso haber “fallado” en su obligación de recuperar
el máximo de dinero público destinado a salvar bancos y critica que
Novagalicia, que se rescató por más de 9.000 millones de euros, “se
haya malvendido por poco más de 1.000 millones”
Intervención íntegra de Alberto Garzón en la Comisión de Economía
En
primer lugar, de su intervención saco un optimismo poco disimulado que
sinceramente me deja patidifuso, porque ¿podríamos considerar esas
expectativas del débil y frágil crecimiento del producto interior bruto
de un 0,3% acaso como unas buenas noticias, si eso no repercute en la
mejora de las condiciones de vida materiales de la ciudadanía? Yo estoy
hablando de salarios, de paro, de pensiones, de acceso a la vivienda y
de acceso a los suministros, cuestiones todas que usted de hecho no ha
incluido en sus indicadores, que manifestarían una mejora de la
situación y que, sin embargo, lo que manifiestan es la realidad que hay
en nuestra sociedad.
Si el crecimiento económico camina de forma
casi totalmente antagónica a esa realidad social, yo no creo que
estemos capacitados para hablar de buenas noticias porque al fin y al
cabo el objetivo de una sociedad política, a mi juicio, es obtener la
felicidad de sus ciudadanos y para eso el crecimiento económico es un
medio, no un fin. Por tanto, no nos vale de nada hacer argumentos que
tienen como fin alegrarse de la subida meramente cuantitativa de un
indicador, que además tiene su problemática también contable.
En
este Congreso, en estas Cámaras, nos interesan siempre otras cuestiones
que tienen que ver con lo que la ciudadanía nota en primera línea y no
cuestiones propias de la macroeconomía. Además en el año 2011, si no
recuerdo mal, el crecimiento anual -no de un trimestre- fue del 0,1%.
Entonces fueron tiempos en los que se hablaba de los ‘brotes verdes’, de
un crecimiento económico que manifestaría un crecimiento económico
futuro aún mayor. En fin, eran tiempos de optimismo pero convendrá
conmigo -me imagino que estará de acuerdo con esta interpretación- en
que si no había fundamentos sólidos detrás era, simplemente, una
ilusión. Pero en lo que usted estaba de acuerdo para 2011, creo que
debería estar también presente para 2013, me refiero a los fundamentos.
Lo que nos interesan son los fundamentos, para saber si este indicador
del 0,3% manifiesta realmente algo de lo que podamos estar contentos o
no.
Ustedes nunca nos han planteado cuál está siendo su
estrategia económica, cuáles son los fundamentos. Más allá de su fe
depositada en el crecimiento económico dirigido por las exportaciones,
ustedes nunca nos han dicho cómo van a compensar el desplome brutal de
la demanda interna durante tantos años. Han depositado, insisto, la fe
en el crecimiento de las exportaciones que, por cierto, dejan de crecer a
la velocidad a la que crecían, por ejemplo, el año pasado y que en
términos de exportaciones netas tienen mucho que ver con la caída brutal
de las importaciones. Pero, sobre todo, no nos han dicho qué sociedad
nos va a quedar en esa estrategia que ustedes están pensando para
España, es decir, qué sugiere el Gobierno que ocurrirá si su estrategia
es exitosa.
Si las exportaciones netas consiguen suplir lo que
fue el motor de la economía española, la demanda interna entonces -es
una hipótesis que yo no comparto pero que en cualquier caso podría ser
la del Gobierno-, ¿qué queda en la sociedad española? ¿Qué queda de
salarios? ¿Qué queda de márgenes de beneficio? No nos han hablado de
eso. No nos han hablado, tras estos sacrificios que se están imponiendo a
la sociedad en forma de rebajas salariales por mediación de la reforma
laboral, en forma de rescates y reformas estructurales que repercuten en
el Estado del bienestar en todas sus ramas -Educación, Sanidad,
Seguridad Social, prestaciones sociales, en definitiva, en todo lo que
fue construyéndose desde esta democracia-, de qué ocurrirá después.
¿Se
recuperarán o no esos salarios que están bajando y que, según usted,
permiten ganancia de competitividad, que son el motor del empuje del
crecimiento económico futuro? ¿Qué va a pasar con ellos después? ¿Qué es
lo que va a quedar? ¿Qué es lo que en el imaginario colectivo de este
Gobierno está planteándose para la España de 2018 o 2019 -vaya usted a
saber-, lo que el Gobierno contemple, que, insisto, parte de aceptar una
hipótesis que en nuestro caso no es cierta?
Cuando usted ha
dicho en su intervención que estamos en un perfil ascendente de la
recuperación, que refleja una subida, podría ocurrir que el Gobierno
esté con una estrategia de ‘retirar la escalera’, es decir, que haya
hecho muchos esfuerzos -entendidos como estas reformas estructurales
impuestas sobre la mayor parte de la población- que suponen la
constitución de una escalera por la cual primero empiezan a subir los
grandes bancos, las grandes empresas, las grandes fortunas, que
efectivamente alcanzan al final su propia recuperación, y de ahí se
pueden derivar las palabras de felicidad y alegría de grandes banqueros
como Botín y de grandes empresas que empiezan a visualizar en sus
beneficios contables buenas noticias.
Sin embargo, también
podría ocurrir que, una vez han subido estos sujetos económicos y
políticos por la escalera, le dan una patada a la misma y, cuando el
común de los mortales pensaba que le tocaba a él subir, se va a
encontrar con que ya no va a subir, con que sus salarios se van a quedar
igual de miserables para el resto del tiempo para él y su familia, y
que esos sacrificios no fueron temporales sino impuestos por el Gobierno
a la mayoría de la población para que finalmente se quede de esa forma.
Tengo
la sospecha de que los tiros van por ahí desgraciadamente, porque no
puedo creerme la estrategia de un Gobierno que, insisto, siempre se
deduce de las intervenciones que hacen sus miembros, porque no está
explícito qué modelo de sociedad nos quiere dejar el Partido Popular
después de aplicar estas reformas en términos de salario, de jubilación,
de lo que le acabo de comentar.
Otro tema importante
-compartimos desde nuestro grupo la indignación del diputado Cortizo- es
el de Novagalicia. En junio de 2013, usted, señor Guindos, dijo que no
se podía malvender Novagalicia. De hecho, dijo literalmente, según
extracto de la prensa, en una conferencia en Santander, donde nos
encontramos varios diputados aquí presentes: ‘la obligación de los
gestores es intentar recuperar lo máximo inyectado por el Estado a
través del FROB, incluso por encima de lo que se ha puesto’. Si la
obligación de los gestores era esa y usted decía la verdad, ustedes han
fallado en esa tarea, porque no es buena gestión que algo que se rescató
por más de 9.000 millones de euros se malvenda -porque finalmente fue
malvenderlo- por poco más de 1.000 millones de euros y en unas
condiciones dudosas.
Me sorprende la celeridad, porque si usted
entonces, en junio, decía que no había que malvenderlo y que, por tanto,
no había que tener prisa en proceder a una venta de la entidad, ¿cómo
es posible que apenas transcurridos cinco meses, que en el escenario
actual es absolutamente nada, hubiera tanta urgencia para proceder a esa
transacción? Usted se ha impugnado a usted mismo, a estas declaraciones
que usted hacía.
Sobre la investigación y el desarrollo es
cierto que el último año se han atajado situaciones de emergencia en
determinados centros de investigación. Sin embargo, la situación
estructural sigue siendo absolutamente problemática y se puede
compartir, y usted mismo lo ha comparado con los datos de investigación y
desarrollo de otros países y de otras economías, pero incluso en
centros concretos, como puede ser por ejemplo el CNIO, un centro
prioritario de investigación contra el cáncer ahora mismo se va a
reducir su plantilla a la mitad, y no parece que sea una forma de
mejorar la investigación. El CNIO, como usted sabe, tenía una amenaza de
ERE. Finalmente, las negociaciones han llevado a un programa según el
cual en cualquier caso se reduce la plantilla a la mitad. Es un centro
muy particular que, además, ha sido objeto de polémica en todas las
intervenciones de la secretaria de Estado de Innovación y Desarrollo.
Pero,
además, si vamos al tema de las becas, y en esto seré muy breve porque
hemos tenido oportunidad en otros momentos de debatir sobre ello, que se
supone que son una inversión a medio y a largo plazo, nos encontramos
con que la apuesta de este Gobierno sería bastante dramática en esa
visión estratégica. Por ejemplo, las becas de formación del profesorado
universitario, las conocidas como becas FPU, este año se mantienen en
una cifra de 800 becas, lo que es un número muy reducido para todo el
conjunto del Estado. Por poner un ejemplo, en la rama a la que la
mayoría de los diputados de esta Comisión pertenecemos, la rama de
economía, sólo hay 18 becas FPU. Esto quiere decir que sólo se van a
formar este año 18 personas con las becas de formación de profesorado
universitario. No parece que estemos indicando señales de futuro para la
formación del profesorado universitario que sean compatibles con esa
imagen de medio y largo plazo.
Por otra parte, usted ha hablado
de los desahucios, de cómo el Gobierno habría evitado un número de
desahucios muy importante. Sin embargo, la política del Gobierno en
torno a los desahucios nunca ha sido a través de la regulación, siempre
ha sido más bien, si se me permite la expresión, una forma de pedir por
favor a los bancos que se comportasen bien, de pedirlo casi en un
estatus de horizontalidad, en vez desde una regulación más activa. De
hecho, este Gobierno ha recurrido la Ley Antidesahucio de la Junta de
Andalucía, que primero fue un decreto y después fue una ley del
Parlamento de Andalucía; la ha recurrido prácticamente sin publicidad y
eso dejará sin efecto una ley que paralizaba absolutamente todos los
desahucios en Andalucía.
Por otra parte, para terminar, tenemos
una encuesta reciente que indica, señor De Guindos, enlazando con lo que
le decía al principio en torno a la macro o la realidad social que hay
debajo, y que es la que nos debería interesar más allá de un optimismo
excesivo y poco conectado con la realidad, que dice que la mitad de los
jóvenes aceptarían cualquier empleo y en cualquier lugar y con cualquier
salario incluso, decía la encuesta. Claro, la coerción del hambre
siempre gana, y llegan las circunstancias en las que se le da la razón a
los clásicos, a Marx, a Ricardo, en torno a aquello del salario de
subsistencia, que el salario en una economía de libre mercado acabaría
tendiendo a un salario de subsistencia. La gente, con el paso del
tiempo, acaba aceptando cualquier cuestión.
Pero es que ni
siquiera es así, señor ministro, porque resulta que esa misma encuesta
manifiesta que el 80% de los jóvenes asume que va a tener que ser
ayudado por sus familias en los próximos años. Por lo tanto, el salario
que aspiran a ganar ni siquiera les da para sobrevivir, necesitan el
apoyo de sus familias o el apoyo de los resortes del Estado. Esta es una
situación social que es la mayoría, el 80%, en esta encuesta, pero que
nada más hace falta irse a la calle, pisar la calle, gastar las
zapatillas, para comprobar que estamos ante un hervidero social que si
no ha estallado todavía es porque se está viviendo de las rentas y de
los resortes de las redes familiares, de las ayudas de los pensionistas,
de los abuelos que cobran pensión, de los padres que todavía tienen
suerte de tener trabajo, de las prestaciones casi asistenciales del
Estado y de esos resortes del Estado del bienestar que están evitando
los hervideros sociales y que, sin embargo, en cualquier momento puede
estallar. Eso es perfectamente compatible con un crecimiento económico
del 0,3%.
Lo que yo quiero preguntarle es si usted considera que
es viable ese optimismo económico que manifiesta en su intervención.
Habla usted de una recuperación sin poner fecha, una recuperación que no
establece ni cómo, ni para quién con concreción, puede ser compatible
con esta situación de emergencia social que se produce en la base de la
sociedad, por debajo de la punta del iceberg, que es lo que estamos
viendo aquí, la punta del iceberg, y que finalmente, por qué no pensarlo
así, conflictos como los que están ocurriendo en Burgos no tienen que
ver sólo con una cuestión propia de unas obras concretas sino que
también pueden tener detrás la acumulación de la tensión y de la
frustración social que esta sociedad está acumulando y a la que el
Gobierno, desgraciadamente, no está dando respuesta.
Un ejemplo
de ello es que aquí hemos hablado, en la Comisión de Economía del
Congreso, hemos hablado más de indicadores macroeconómicos que de estas
cuestiones más concretas que atañen a la gente y que, sin embargo,
siguen siendo verdaderamente nefastas para desgracia de esta comunidad
política que conformamos todos los españoles.
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