15 de noviembre de 2013

La huelga de limpieza, un buen ejemplo de los desastres de la privatización de servicios públicos

Sergio Fernández Ruiz | Vicepresidente de la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública de Madrid 


La huelga de los trabajadores de los servicios de limpieza de la ciudad de Madrid es un buen ejemplo de lo que sucede cuando se privatizan los servicios públicos fundamentales.
Primero se deja en manos privadas estos servicios, luego se recortan los presupuestos para las empresas privadas que, para mantener sus beneficios, dirigen este recorte sobre el personal (disminuciones de plantillas con los consiguientes despidos, rebajas salariales y aumento de los horarios), lo que, inevitablemente, repercute en una perdida de calidad del servicio.
Cuando los trabajadores reivindican sus derechos las administraciones públicas miran para otro lado y argumentan que se trata de un problema entre trabajadores y empresas, como si no se tratara de servicios públicos que pagamos toda la ciudadanía, en este caso al Ayuntamiento de Madrid, quien decidió subcontratar / privatizar el servicio, disminuir el presupuesto y desentenderse de los resultados: una huelga justificada, que llena la ciudad de basuras sin recoger, falta de higiene y potenciales riesgos para la salud pública.
El Ayuntamiento de Madrid es el responsable de lo que sucede y es quien debe garantizar, con servicios públicos suficientes, la prestación del servicio de calidad que toda la ciudadanía reclamamos y  abonamos con nuestros impuestos.
La privatización, al final, está suponiendo, como sucede siempre, un grave empeoramiento de la calidad del servicio, múltiples negocios para los empresarios e innumerables recortes para los trabajadores. Sólo la gestión pública garantiza la prestación de servicios públicos fundamentales y de calidad, las privatizaciones, como se ve en este caso, no son una solución, sino que aumentan el problema.
La solución del conflicto debería de pasar porque el Ayuntamiento resolviera con urgencia la situación exigiendo a las empresas la garantía del servicio y, si son incapaces de hacerlo, asumiera directamente  el servicio público haciéndose cargo del personal que lo venia prestando. Los modales autoritarios y las amenazas de la alcaldesa no son de recibo, sobre todo si se tiene en cuenta el “despilfarro olímpico” que ha hecho de los impuestos de los madrileños y que esta detrás de los recortes a las empresas de limpieza que estas intentan trasladar a los trabajadores y a los ciudadanos.

Fuente: www.nuevatribuna.es

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