Los entresijos de la contabilidad nacional muestran
sombríos hallazgos en la tendencia de una economía que no acaba de
encontrar su punto de inflexión. Además de los inexplicables
comportamientos del gasto público, que en el primer trimestre del año creció a su mayor tasa desde 1995,
o de constatar que el único sector económico que sube es la
agricultura, también se puede ver cómo la crisis continúa ampliando la
brecha entre los trabajadores y los empresarios.
Así,
en los tres primeros meses del año la remuneración de los asalariados
cayó otro 0,6%. A este movimiento, palpable en la calle, se suma un
incremento del 1,1% en la partida que comúnmente se conoce como
beneficios y que se engloba en el excedente bruto de explotación (y que
también incluye la inversión y las rentas de los autónomos). Así las
cosas, los trabajadores ganaron menos en su conjunto y las empresas,
más.
Estos dos datos puntuales del arranque del supuesto ejercicio de la recuperación apuntalan una evolución que ya se viene gestando
desde el inico de la crisis. Con excepciones en algún trimestre, lo
cierto es que la remuneración de los asalariados ha caído de forma
consistente frente al refuerzo de los beneficios empresariales.
La consecuencia directa de estos dos movimientos ha sido el recorte,
histórico, de la participación de la renta de los asalariados en la
economía. En estos tres primeros meses del año, los trabajadores
asalariados solo supusieron el 45,13% de la riqueza del país,
prácticamente lo mismo que la riqueza que suponen los beneficios
empresariales, y su nivel más bajo desde los registros que llegan a
1995. Cabe recordar que estas dos proporciones (a las que habría que
sumar el casi 10% de lo que suponen los impuestos) no se dividen por
igual. Hay menos de 14 millones de asalariados frente a los tres
millones de empresas y tres millones de autónomos (muchos de estos
coinciden al ser micropymes).
En el arranque de la crisis, los asalariados suponían más del 50% de la
riqueza nacional frente el 42% que se llevaban las empresas. Así,
mientras los trabajadores han perdido en estos cinco años cinco puntos
de participación en la riqueza del país, los empresarios los han ganado.
Los beneficios le han dado un buen mordisco a las nóminas.
Los datos detallados que proporciona el INE permiten conocer además qué
actividades son las que han perdido más relevancia en la economía. Los
trabajadores de la industria, que a principios de la década pasada
llegaron a participar de más de un 10% de la riqueza nacional, ahora
apenas reúnen el 7%. Los trabajadores de la construcción, que en su
cénit allá por 2007 lograron hacerse con casi un 7% de la actividad
económica, apenas suponen ahora un 2,61%.
Paradójicamente, y gracias al subidón del gasto público en el primer
trimestre del año, los empleados públicos son los únicos que mejoran su
peso en el PIB. Sin embargo, la evolución de sus remuneraciones está en
línea con los fenómenos extraños que se dan en la partida de gasto
público. Así, sus remuneraciones han crecido en este trimestre un 2,5%
frente al anterior, pese a que en este no han cobrado la extra de
Navidad. En este sentido, el trimestre que cobraron la extra,
supuestamente su participación en la economía no varió, pese a suponer
un chute de más de 5.000 millones de euros en nóminas. Inexplicable.
La tendencia española se enmarca dentro de un escenario global. En EEUU, la participación en la renta de los trabajadores
también está en sus mínimos de los últimos 65 años, frente a los
máximos de los beneficios empresariales. En total, los asalariados
estadounidenses apenas sumaron en 2013 el 42,5% de la riqueza de Estados
Unidos.Fuente: www.eldiario.es
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